Arte y naturaleza. Es el binomio inseparable que el atento visitante de la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, verá admirablemente fusionados. El gran claustro con fuente de agua lustral dieciochesco, enfrente la fachada de ingreso, enmarca un bello jardín compuesto por cuatro prados donde al centro de cada uno se eleva una palma altísima.
El verde prado subyacente es mantenido con esmero, así como los bajos setos de pitosforo que hacen de cercado. Recientemente los jardines han sido ornados con grandes vasijas de terracota en las cuales hacen una bella muestra plantas de begonias rojas.
Después de haber admirado los esplendores del Templo Paulino, otro momento de regenerador contacto con la naturaleza es concedido con la visita al Claustro medieval, cuyo jardín -también sometido a una intervención de mejoría- presenta en este periodo del año una explosión de colores por la floritura de los nuevos rosedales.